¿Qué son las dApps?

Introducción

Desde el lanzamiento de Bitcoin en 2009 por el misterioso Satoshi Nakamoto, se ha desatado una auténtica revolución descentralizada. Todo empezó con Bitcoin y la descentralización del dinero, pero hoy existen cientos de aplicaciones construidas sobre la tecnología creada por Nakamoto.

Las aplicaciones descentralizadas (dApps) son especialmente populares en el ámbito financiero, aunque también han ganado terreno en los videojuegos, el arte digital e incluso en navegadores que funcionan sobre infraestructura descentralizada. Los protocolos blockchain han creado una nueva capa en el mundo digital que permite a los usuarios ser verdaderos propietarios de objetos digitales. Gracias a esta tecnología, todo es público, transparente y accesible en igualdad de condiciones. En comparación con sistemas cerrados como Facebook o Google, resulta fácil entender por qué es tan atractivo.

La mayoría de las dApps funcionan hoy sobre Ethereum. La plataforma lanzada por Vitalik Buterin el 30 de julio de 2015 se hizo extremadamente popular en poco tiempo. Pero el hecho de que Ethereum tenga menos de una década también demuestra lo joven que es todo el sector. Nadie sabe cómo será el ecosistema de dApps dentro de diez años. Lo que sí parece claro es que la tecnología blockchain ha llegado para quedarse, con Bitcoin como oro digital y el resto de la industria construyendo sobre la brillante invención de Satoshi Nakamoto.

dapp

Blockchains, smart contracts y dApps

Para quienes llegan por primera vez al mundo de Bitcoin y otras criptomonedas, la cantidad de información puede resultar abrumadora. Por eso, además de entender qué es la blockchain, conviene comprender los smart contracts.

Los smart contracts utilizan la inmutabilidad de las blockchains. Los datos registrados en una blockchain no se pueden modificar ni revertir, y toda la información es pública. Un smart contract es un contrato en código informático que puede contener cualquier tipo de cláusula, igual que en el mundo físico. La diferencia es que se ejecuta automáticamente y nadie puede detener su ejecución. Las transacciones entre partes se realizan así de forma rápida, automática y sin fricciones.

Los smart contracts son la base para construir dApps. Los desarrolladores los combinan con la potencia de la blockchain para crear aplicaciones financieras antes impensables. La mayoría de estas innovaciones ocurren en Ethereum, donde se concentra más del 50% de la actividad económica de las aplicaciones DeFi. Una industria que en 2020 apenas superaba los 1.000 millones de dólares y hoy gestiona más de 200.000 millones en activos, todos ellos bloqueados en smart contracts que hacen posible las dApps financieras.

El futuro de las aplicaciones descentralizadas

En teoría, Bitcoin fue la primera aplicación descentralizada. No deja de ser un conjunto de reglas en código que mantiene en funcionamiento una forma de dinero independiente, imposible de alterar por gobiernos o autoridades gracias a la naturaleza descentralizada del protocolo.

Tras Bitcoin, Ethereum se convirtió en 2015 en el gran motor de la revolución de las dApps. Vitalik Buterin lo define como el “ordenador mundial”: una máquina abierta y transparente donde cualquiera puede trabajar, publicar datos y verificar transacciones al mismo tiempo. En los primeros años no estaba claro qué esperar de Ethereum y de las dApps. De repente teníamos un nuevo lienzo en blanco para construir software de una forma inédita. Y ese lienzo aún está muy lejos de completarse.

Hoy ya existen en Ethereum exchanges descentralizados, plataformas para prestar y pedir prestado en fiat y cripto, mercados de arte digital, sistemas para comerciar con objetos físicos y mucho más. En teoría, las posibilidades de las dApps son infinitas, y si la tecnología se hace más eficiente, no es descabellado pensar que gran parte del sistema financiero acabe funcionando sobre infraestructura descentralizada.

Un ejemplo claro de esta transición se ve también en Bitcoin. Con el Lightning Network, la segunda capa que permite transacciones rápidas y baratas, la gente puede enviar dinero fuera de los sistemas financieros tradicionales. Así se eliminan los altos costes de los intermediarios. Esto es especialmente útil para países donde las remesas representan gran parte del PIB, como El Salvador, que se convirtió en pionero al adoptar Bitcoin como estándar. Para su economía, basada en envíos de dinero desde el extranjero, la eficiencia de esta “aplicación descentralizada” es clave.

La misma lógica se aplica a las finanzas tradicionales. Allí donde aún se pierde tiempo y dinero en intermediarios, las dApps prometen soluciones más rápidas y baratas. No es difícil imaginar un futuro en el que acciones y otros productos financieros circulen en la blockchain. Aunque aquí existe un matiz: las acciones suelen requerir una autoridad central que reconozca que un token las representa. Quizás surjan sistemas más eficientes, pero de momento no existen y la blockchain tiene una oportunidad real de conquistar también ese mercado.

Nadie sabe con certeza qué deparará el futuro, pero todo apunta a que dApps y blockchain tienen un camino prometedor. Si solo fueran una moda pasajera, ya habrían desaparecido después de más de una década.

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